sábado, 19 de febrero de 2011

EL MIEDO EN LOS NIÑOS


El  Miedo es una emoción que funciona como un sistema de señales que provocan un estado de alerta, por lo que nos protege de riesgos reales y se presenta ante situaciones nuevas, por lo que es una suerte de reto por vencer.
Desaparece con el tiempo y con la comprobación reiterada que somos capaces de dominar aquello que nos asusta; conforme el niño va creciendo se enfrenta a situaciones nuevas por lo que es normal que sienta miedo.
El aprender  a manejar y superar sus miedos es necesario para su desarrollo como ser humano.


En cada momento de desarrollo los niños van expresando temores típicos regulados por determinados momentos vitales.
No importa la autenticidad del riesgo sino que es lo que puede hacer el niño y los adultos que lo rodeamos. Por ello es necesario conocer los temores propios de cada edad.

0 a 2 años  
Su miedo se centra en caídas, desplazamientos repentinos, luces fuertes y en general toda estimulación intensa; presencia de extraños, dormir sólo, mudanzas y llegadas de hermanitos.
Para estos temores es importante hablarles sobre lo que va a ocurrir y estar atento al estilo de reacción del niño para servirle de filtro y apoyo.


2 a 5 años
Se presenta el temor por peligros imaginarios o sobrenaturales; alrededor de los 4 años se asustan con una gran variedad de estímulos. La causa es por ser una edad de gran creatividad por lo que la realidad y fantasía muchas veces se confunden.
Además como los niños van haciendo más cosas solos empiezan a darse cuenta que pueden fallar y se sienten vulnerables.Es importante alentarlo y asegurarle que siempre se estará a su lado para protegerlo



6 a 10 años
Los miedos surgen a la oscuridad y en la posibilidad de quedarse solos, sufren de pesadillas y sueños ligados a los temores de la escolaridad. Estos temores son provocados porque en esta edad los niños ya saben leer y leen libros o ven programas televisivos que presentan tragedias o accidentes, y ellos se centran en lo malo temiendo que lo que leen o ven les ocurra a ellos.
En esta etapa no se debe restar cariño por fracasos escolares;  además se debe comentar con los niños sobre las noticias traumáticas que escucharon, buscando soluciones y realizando prevención en caso que ocurran.
                EL MIEDO DE UN NIÑO REALZA
                       EL PODER  DEL ADULTO

Por existir esta tendencia hay que saber manejarla y evitar el uso del miedo como arma para conseguir lo que queremos.
 
QUIZAS NO HAYA PADRE QUE EN ALGUN MOMENTO NO HAYA JUGADO CON LOS MIEDOS DE SUS HIJOS.
CONSEJOS
  •     Es importante respetar lo que dice el niño de sus temores
  •     Hay que ayudarlo a darse cuenta de que es normal sentir miedo, pero haciéndole ver que lo que ahora parece peligroso podrá enfrentarlo poco a poco.
  •     Lo mejor es que el niño se entere por sus padres que todos los seres humanos tenemos miedo.
  •     Cuando un temor sea superado debe tomarse como un hito y servir de ejemplo en el futuro.

FOBIAS
Si los temores interfieren con el desempeño cotidiano del niño hablamos de FOBIAS que se expresan a través de comportamientos que resultan desproporcionados a la intensidad del hecho. La conducta parece estar fuera de un control voluntario.
Para estos casos es necesario la ayuda de un profesional.

domingo, 23 de enero de 2011

PREMIOS Y CASTIGOS


Todos hemos visto de cerca cómo se producen rabietas incontrolables cuando papá o mamá se niegan a satisfacer las exigencias y caprichos de los más pequeños de la casa, y en la que cada uno pretende tensar la cuerda de su lado; aunque es obvio que, son los papás los que tienen que conservar la calma y tomarse muy en serio este aspecto de la educación de los niños. A continuación encontrará algunos alcances que le serán de gran utilidad en la crianza de los engreídos de la casa:



Las rabietas suelen ser algo muy común en niños alrededor de los dos años. Por ejemplo, muchos padres, al ver a sus hijos hacer grandes escándalos tratan de solucionar el problema brindándole al niño lo que está exigiendo, cuando lo correcto es dejar que se le pase el berrinche, ya que de lo contrario se dará cuenta de que dar gritos y llorar será la mejor forma de alcanzar lo que quiere y la   usará siempre que ambicione algo que vaya en contra de los deseos de sus papás.
Los Premios, deben ser la recompensa, al esfuerzo o la constancia, no se debe premiar al niño por todo, ya que al final no va a valorar ni el premio, ni lo que supone esforzarse. Tengan presente que los premios no tienen porque ser siempre cosas materiales, aquí la imaginación no tiene límites, los premios pueden ir desde un sticker, una medalla hecha en casa, un dulce, un juguete, un abrazo, un beso o una frase alentadora. Lo importante es la actitud que los padres muestran al brindarles el premio, suelen ser de gran importancia, las expresiones de alegría, orgullo, que pueden ir acompañados de besos y abrazos.  


“Tengan presente papis que si abusan de los premios, los niños sólo harán las cosas si les prometemos algo a cambio y se volverán dependientes de estímulos externos para actuar”.


En el caso de los castigos, no deben ser utilizados como primer recurso ante una conducta inapropiada. Los profesionales de la educación y la psicología están de acuerdo en que el castigo físico nunca se debe realizar, no favorece lograr la solución de los problemas, si que, hacen que los niños piensen que la violencia es la mejor forma de encontrar soluciones, llegando incluso muchos niños a pensar que el mundo se rige por la “ley del más fuerte” y al crecer, solucionarán sus problemas, a través de la agresión.
 
 Es importante que al momento de aplicar un castigo a su niño, éstos deben ser inmediatos a la conducta inadecuada y en espacios cortos de tiempo. Al escoger un castigo, asegúrese de que se está proporcionando también disciplina positiva. En sí mismo, el castigo no enseña al niño a portarse bien. Para animar al niño a actuar de la forma deseada, se deben definir, enseñar y recompensar las conductas positivas que se quieren establecer. Si se castiga a un niño por correr de un lado a otro de la calle, hay que enseñarle también a pararse, mirar y escuchar antes de cruzar la calle. Elógiele por quedarse en la acera o por mirar cuidadosamente antes de cruzar la calle. Esto hará que el castigo por comportamientos inadecuados sea más eficaz.
 
ALGUNOS CONSEJITOS PARA REGAÑAR A NIÑOS PEQUEÑOS:
- Acércate a él, no le grites desde lejos.
- Ponte a su altura para asegurarte de que te oye.
- Procura que esté quieto mientras le hablas, para ello puedes sujetarle por los brazos.
- No utilices la amenaza.
- Habla con un tono suave pero firme. Debes hacerle ver que estás disgustado por lo que ha hecho.
- Déjale muy claro por qué le estás regañando para que sepa que ha hecho mal y no lo vuelva a repetir.
“Recuerde que parte de amar a su hijo es corregirlo cuando es pequeño, de esta manera cuando sea grande no olvidará todas las enseñanzas de su niñez”.